Las lombrices de a 10 pesos y la falta de visión de los biólogos

lomb

Hace más o menos una década cuando estudiaba la carrera de biología, en uno de los últimos semestres llevaba una materia denominada “Invertebrados no artrópodos” y para una práctica de laboratorio nos pidieron que cada estudiante llevara una lombriz, ya saben, el objetivo era despanzurrarla, ver su anatomía, practicar el pulso con la disección y todo eso… resultó que el día que tocaba la práctica, nadie o casi nadie de mis compañeros de grupo llevó la lombriz, y todos andaban preocupados por ver como la conseguían, así que vi una oportunidad de negocio; me fui a un área de la escuela a la que solía ir para estar solo y tranquilo porque tenía mucha sombra de árboles y un gran charco producto de una eternamente mal cerrada manguera de riego y en donde previamente  había visto que había muchas lombrices, al llegar me puse a escarbar, embarrarme de lodo y cosechar ejemplares, terminada mi colecta llegué con mis compañeros unos minutos antes de la práctica y triunfalmente les ofrecí una lombriz por 10 pesitos, me pareció una buena idea porque ellos necesitaban lombrices, yo tenía la manera de cubrir su necesidad y a cambio ellos cubrirían mi necesidad de dinero para transporte, fotocopias, tortas y cigarros sueltos.

Pero ¡oh sorpresa! me llevé un  gran chasco, pues inmediatamente después de esgrimir mi oferta una plétora de caras de disgusto y reprobación me imputaron abiertamente mi mezquindad y falta de solidaridad, me llamaron avaricioso, puerco capitalista y pinche “transa” (apelativo usado en México para denominar a los comerciantes abusivos), me preguntaron entre escandalizados y horrorizados que cómo me atrevía a venderles algo que ellos necesitaban para estudiar, me gritonearon entre espasmos de ira que mi acción no tenía nombre, me preguntaban furibundamente que por qué no se las regalaba si yo tenía tantas y ellos ninguna, me cuestionaron entre asqueados y burlones que cómo me atrevía a vender lombrices si esas eran de la naturaleza y yo no tenía ningún derecho sobre ellas… gracias a éste episodio, entre mis compañeros me gané la fama de inmoral, mercachifle y abusivo; tengo que decir que después de ese capítulo me sentí apocado, culpable aunque no sabía bien por qué, sentí que había hecho algo incorrecto y que debería en lo sucesivo evitar esa clase de acciones; imbécil de mi…

Con el tiempo y gracias entre otras cosas a tener que trabajar y estudiar al unísono, me di cuenta que no es que hubiera hecho mal, lo que pasa es que mis compañeros y de hecho una gran parte de la sociedad en general, creen que “vender” es una ocupación de poca monta, creen que dar valor a algún elemento de la naturaleza y ponerle precio es un pecado, están acostumbrados a que muchas cosas, como su formación académica, les sean regaladas (aunque de hecho ellos y sus familias la paguen con impuestos) y están acostumbrados a que muchas de sus necesidades sean cubiertas por alguien más que no sean ellos, campea pues entre los biólogos (titulados, egresados y, por contaminación, los estudiantes) el meme de que el biólogo debe ser un purista que sólo puede dedicarse a lo que ellos entienden por investigación y que si algún colega vende, comercializa, aprovecha sustentablemente, produce, crea  e intercambia valor, entonces algo está haciendo mal; en resumen, a la mayoría de los biólogos les falta visión y a las pruebas me remito (http://bit.ly/1KoTE31).

Estoy seguro que si al cúmulo de conocimientos y habilidades científicas y técnicas que tiene un biólogo le sumáramos habilidades comerciales, de creación de modelos de negocios, de identificación de oportunidades y de proactividad, el panorama labora-ocupacional-económico de nuestro gremio sería otro, uno mejor, más amplio y mucho más útil para la sociedad; pero en éste momento lo que realmente importa es de qué estás seguro tú.

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 CODEGREEN

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